En los primeros tiempos, el claxon del coche era esencialmente una trompeta con una bomba de aire de goma. El conductor tenía que apretarla para producir el sonido.
El aire bombeado a través del tubo metálico divergente creaba un estruendo lo suficientemente fuerte como para advertir a los peatones que se acercaban al vehículo.
¿CÓMO FUNCIONAN?
Las bocinas para carros funcionan según el principio de un diafragma metálico que vibra. Todas se accionan eléctricamente y constan de un solenoide (electroimán) y un disco metálico delgado de acero para muelles.
Cuando se activa, el solenoide ejerce una fuerza magnética sobre el disco, haciendo que se flexione concéntricamente. La flexión del diafragma separa los contactos eléctricos, desenergizando así el solenoide.
Una vez que el disco vuelve a su forma original, los contactos eléctricos se cierran de nuevo y permiten el paso de la corriente al solenoide. El ciclo completo se repite mientras el botón de la bocina esté presionado.
La flexión y deflexión del diafragma de acero de las bocinas de los coches se produce más rápido de lo que el ojo puede detectar. Sin embargo, las vibraciones resultantes producen un sonido que podemos oír.
Y si tocas la bocina cuando está funcionando (recuerda ponerte tapones para los oídos), puedes sentir las vibraciones.
Las bocinas eléctricas también pueden tener diferentes tamaños y niveles de decibelios y tonos. Éstos dependen del diámetro del disco vibratorio, de la rigidez del muelle y de la distancia del movimiento del disco.
Una bocina simple, como las que se utilizan en las motocicletas y los coches pequeños, produce un sonido agudo.
Muchos coches están equipados con lo que llamamos bocinas de “dos tonos”. Como su nombre indica, hay dos unidades, cada una con un tono diferente para producir un tono combinado ligeramente más bajo pero con un nivel de ruido más alto.
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